EL CARNAVAL DE CABEZO DE TORRES
El Carnaval de Cabezo de Torres, es el Carnaval más antiguo de la Región de Murcia. Cuentan los cronistas que las primeras referencias van al año 1878. En aquel año lejano, el 78, algunos de los escasos vecinos que vivían en la población salían vestidos con ropa vieja o con ropa del otro sexo, con el rostro oculto con trapos, de manera que no se les reconociera pero pudieran ver, lógicamente, y la celebración se realizaba en un ambiente jocoso, en el que los disfrazados gastaban bromas a las personas que pasaban por la calle, la mayoría de ellas que no tenían de idea de qué nueva fiesta era esa. Por un rato se olvidaban de quien era cada uno y de sus problemas del día a día.
La situación económica de la época era difícil y esto hizo que la continuidad a finales del siglo XIX no fuera constante. No obstante, a partir de 1910 la fiesta sufrió un nuevo impulso con la crea- ción de la primera comparsa musical, en la que cada integrante pagaba una perra gorda para comprar vino y cascaruja. En este sentido, José Sabater Ortega, conocido como “Cano de la harina”, contaba en una entrevista aparecida en el diario Línea, en el año 79, que para hacer que el sonido de la com- parsa se pareciera algo a lo que es la música de verdad fabricaron un bombo casero, compuesto por dos aros de garbillo forrado con tela y con cartón. Esto fue allá por el año 1913.
Las primeras tres décadas del siglo XX fueron especialmente complicadas en la huerta, debido a la precaria situación económica, y tampoco hemos de olvidar que la mayoría de la gente en aquella época era analfabeta, pero aun así y pese a todos estos inconvenientes el carnaval de Cabezo se man- tuvo hasta 1936, en que comenzó la Guerra Civil. Tras el final de la guerra la dictadura franquista prohibió los disfraces, pero los jóvenes del Cabezo siguieron desafiando esta prohibición y conserva- ron la tradición, aunque los desfiles de comparsas tuvieron que ser sustituidos por desfiles clandesti- nos y aislados de disfraces con máscaras. Aquellos vecinos que intentaban saltarse la prohibición, ló- gicamente, sufrían las consecuencias. Y a este respecto, de estas consecuencias, Francisco Gil Mon- peán contaba en 19 85, también en una entrevista en el diario Línea, que en 1946 estuvo preso por culpa del carnaval. Un grupo de personas se disfrazaron de piratas con un ojo tapado y con el traje forrado de papeles de colorines, y de esta guisa se fueron a Espinardo. Allí, lógicamente, en cuanto les echó el ojo la Guardia Civil los detuvo, los metieron en el cuartelillo, les tomó declaración y les pusieron una multa de cinco duros, que en aquellos tiempos era dinero. Les rompieron el trajecillo de colores y al llegar la noche los soltaron. Bueno, pues al día siguiente, al mediodía, el mismo grupo que había estado detenido quedaron en irse al Cabezo y se marcharon a Puente Tocinos, pero ahora vestidos de marineros. Indudablemente, a la gente del Cabezo hay que echarles de comer aparte.
A partir de los años 60 se produjo un resurgimiento del festival y coexistían tres tipos de carnaval: el carnaval de las mujeres, el de los hombres y el de los que iban por libre. No existía todavía el desfile como tal porque seguía prohibido por la dictadura, y la gente seguía saliendo con sus disfraces como hacían desde mucho tiempo.
El carnaval de las mujeres consistía en disfrazarse con cualquier prenda de manera que se no se las reconociera y se dedicaban a gastar bromas a la gente que pasaba por la calle, para lo que se va- lían de polvos de talco y de agua que tiraban a todo el que se cruzaba con ellas. El carnaval de los hombres era un poco más bestia, transcurría en el cruce entre la calle Locomotora y General Torres, y en dicho cruce había hombres disfrazados con sábanas y con trapos, y con cámaras de bicicleta en la mano, con las que se dedicaban a golpear a cualquiera que se acercara por allí, aunque la mayoría que se acercaba por allí sabía que iba a recibir. Este carnaval tuvo mucho éxito, siendo un signo de virilidad y de hombría ser el que más golpes recibía.
Y el tercer grupo, como comentaba, eran los que iban por libre. Solía ser gente, digamos, que más artista, era un carnaval menos numeroso pero no por ello menos vistoso y una especie de versión, digamos, del carnaval de Venecia pero al estilo del Cabezo.
Estos tres tipos de carnavales coexistieron hasta el 72, en el que surgió el primer grupo de carnaval moderno, podríamos decir de alguna manera, creado por los miembros de una comisión de fiestas, que aquel año se disfrazaron de hippies. Al año siguiente se sumó otra comisión de fiestas, ya con su propia banda de música, y así sucesivamente, una comisión tras otra, se fue creando este carnaval. Al mismo tiempo se produjo la entrada de grupos compuestos por gente joven, de los cuales algunos todavía desfilan, aunque ya no son tan jóvenes, lógicamente. Eran jóvenes que no llevaban banda de música y que bailaban con la música de los demás. Estas comparsas no tenían banda de música porque era cara, no podían pagarla, y encontraron una solución más económica, los equipos de música, que en la actualidad son uno de los elementos más característicos de este desfile.
De entre todas las comparsas se elige a la musa, que representa al carnaval, y desde el año 2014 también se elige al muso. La fiesta consiguió el reconocimiento de interés turístico regional por la Orden de 3 de julio del 86, y desde entonces el carnaval del Cabezo ha crecido espectacularmente hasta conseguir una dimensión que no corresponde con ese galardón que obtuvo hace ya 36 años. No le corresponde tanto por el número de participantes como por el número de asistentes, así como por su repercusión y su originalidad, que lo hace diferente al resto de carnavales de este país.
Es, una fiesta que va más allá de tener la declaración de interés turístico regional, no es solo una fiesta, es una forma de entender la vida, en que las personas, se disfrazan una semana al año para reírse de lo humano y de lo divino, sin vergüenza y sin prejuicios, un pueblo que se entrega año tras año a su carnaval y que, como cualquiera que venga a Cabezo de Torres en esas fechas ha podido comprobar, integra al forastero como uno más, venga de donde venga.
En el Carnaval de Cabezo de Torres participan más de mil Carnavaleras y Carnavaleros, que forman partes de las 35 Comparsas que salen en los desfiles e integran la Asociación del Carnaval “Supercomisión”. Aunque son muchos más los que participan ayudando, en la confección de trajes, preparando bailes, maquillando etc. Un Carnaval que cada año va superándose en Coreografías, trajes, maquillaje, originalidad, participación, alegría e ilusión.
The Cabezo de Torres Carnival is the oldest Carnival in the Region of Murcia. The chroniclers say that the first references go to the year 1878. In that distant year, '78, some of the few residents who lived in the town came out dressed in old clothes or clothes of the opposite sex, with their faces hidden with rags, so that they would not be recognized but could see, logically, and the celebration was carried out in a joking atmosphere, in which those in costume played jokes on the people who passed by on the street, most of them who had no idea what new party was that. For a while they forgot who each one was and their day-to-day problems.The first three decades of the 20th century were especially complicated in the garden, due to the precarious economic situation, and we must not forget that the majority of people at that time were illiterate, but even so and despite all these inconveniences, the carnival of Cabezo remained until 1936, when the Civil War began. After the end of the war, the Franco dictatorship banned costumes, but the young people of Cabezo continued to defy this prohibition and preserved the tradition, although the comparsa parades had to be replaced by clandestine and isolated parades of costumes with masks. Those neighbors who tried to break the ban, logically, suffered the consequences. And in this regard, Francisco Gil Monpeán told of these consequences in 1985, also in an interview in the newspaper Línea, that in 1946 he was imprisoned because of the carnival. A group of people dressed up as pirates with one eye covered and with their suits lined with colorful papers, and in this way they went to Espinardo. There, logically, as soon as the Civil Guard caught their eye, they arrested them, put them in the barracks, took their statements and fined them five duros, which in those days was money. They tore their colorful suits and when night came they released them. Well, the next day, at noon, the same group that had been detained agreed to go to Cabezo and went to Puente Tocinos, but now dressed as sailors. Undoubtedly, the people of Cabezo must be fed separately.
Starting in the 60s, there was a resurgence of the festival and three types of carnival coexisted: the women's carnival, the men's carnival and the carnival of those who went on their own. The parade as such did not yet exist because it was still prohibited by the dictatorship, and people continued to go out in their costumes as they had done for a long time.
These three types of carnivals coexisted until 1972, when the first modern carnival group emerged, we could say in some way, created by the members of a festival commission, who that year dressed up as hippies. The following year another festival commission joined, now with its own music band, and so on, one commission after another, this carnival was created. At the same time, there was the entry of groups composed of young people, some of whom still parade, although they are no longer so young, logically. They were young people who did not have a band and who danced to each other's music. These troupes did not have a music band because it was expensive, they could not afford it, and they found a cheaper solution, music equipment, which is currently one of the most characteristic elements of this parade.